martes, 5 de agosto de 2014

No one, everyone, him.

Yo te echaré de menos hasta que no pueda más, tú me extrañarás hasta que te duela. Pero somos universos paralelos, siempre al borde, nunca entrelazados. Coexistiendo en un paraíso de rosas y espinas en el que nada es blanco, nada es negro y nada es gris. Y no diré que no duele ni dibujaré una sonrisa. De mis labios sólo escapará el humo de cigarro cada vez que te veo marchar sin saber porqué no consigo retenerte, porqué no puedo comprenderte. Tú eres la nube negra en mi firmamento, por ti en mis ojos siempre llueve y en mis entrañas tiembla la tierra. Y te quiero pero no te puedo, no te entiendo. Ya nunca digas que esto no es complejo y ya nunca vuelvas a dejarme marchar. Nuestras ecuaciones no concuerdan y nuestros corazones no se sueltan. ¿Estás ahí... soñándome? Y es que, aunque aún no te conozco, ya me has abandonado.

domingo, 9 de marzo de 2014

Cadena humana.

Con el tiempo descubrí que aquello que me apasiona no sólo me apasiona a mí. Que también hay gente a mi alrededor que debora libros y construye historias, que no soy la única que va caminando por la calle pensando en un libro o en una cita que acaba de leer. He sido ajena a todo eso durante tanto tiempo... A toda esa gente con la que me he cruzado en alguna ocasión y que, como yo, ama el tiempo de compañía y soledad que sólo un libro te puede ofrecer. Puede que esa señora de pelo gris, la chica de rosa del otro día o aquel hombre, no demasiado mayor, de la playa también hayan sentido, como siento y he sentido yo en más de una ocasión, el inmenso placer de leer un libro; de sobarlo, memorizarlo y rasgarlo como a una guitarra. El placer de entenderlo y releerlo y entenderlo un poco más. De enamorarse y desilusionarse al darse cuenta de que la trama no cuadra con lo que había imaginado y reenamorase una vez pasado el enfado inicial.
   Ahora me imagino a las personas que como yo han amado un libro alguna vez, que como yo entienden el complejo arte de la lectura, como almas invisibles que se abrazan por toda la ciudad y, a veces, al ver a alguna persona pasar siento que su ente me dá la mano...

jueves, 30 de enero de 2014

Sueños mucho más fuertes que el amor

Nos conocimos cuando todavía había luz en las calles. En aquellos tiempos la suerte no estaba echada, se ganaba. No supimos cómo ni por qué, ni de qué manera o en qué parte de la ciudad. Sólo nos rendimos, al sonido de dos corazones que laten fuerte, de dos armas que pelean juntas por la vida. Ese día sabíamos que todo tenía sentido, creíamos conocer cómo serían nuestras vidas. No es más que talento lo que nos llevó lejos, puso un puente entre tú y yo y nos debilitó. Ya no éramos nosotros, ya no entendíamos igual la vida. Todo se había terminado, había que ser el elegido, había que sucumbir a la corrupción para ser lo que aquel día sabíamos que seríamos. Eso nos llevó lejos, no éramos lo que el otro había soñado, no nos reconocíamos; ya no rompíamos las cadenas. Que éfimera fue aquella época que se escapa entre los dedos como el agua, aquel diminuto aliento que nos llenó de tanto amor ya no existe y nunca más conjugaremos en primera persona del plurar. He aprendido, y tú también, que la palabra nosotros no existirá nunca del todo porque al final, en la vida, hay sueños mucho más fuertes que el amor.

Twitter