lunes, 31 de diciembre de 2012

Mi muy feliz 2012

Este mundo está conectado de una inquietante y maravillosa manera. Aquello que ayer veías tan lejos, que está realmente tan lejos, parece estar justo a tu lado. A tu lado como yo y como las mil cosas que deseo. Puede que haya kilómetros entre tú y mis pensamientos o entre mi cuerpo y tú, puede que nazca invariablemente la insaciable necesidad de tenerte y no perderte. Puede que llenemos juntos de palabras lo que nace del amor o puede que un día descubra que un niño al que nunca he visto y al que nunca veré, un niño a cuya familia no conozco más allá de internet, nació un 21 de noviembre; el mismo 21 de noviembre en el que tú paseabas por tierras viguesas y yo te echaba de menos a rabiar, para que se me hiele el corazón de cálida incertidumbre y piense, con o sin razón, que ese niño y yo estamos conectados de una forma peculiar, con saltos y sinsentidos, con mis típicos desvaríos y mi extraña forma de querer. Una forma de querer que no habla del día a día y de las cosas cotidianas solamente, una forma de querer que va más allá y se nutre de todo aquello que me emociona y me alucina. Sí, yo soy así, de esas que crecen sin dejar atrás la infancia, la niña pequeña que mora entre los pliegues de tu sonrisa, que te hace sentir henchido de ternura con sólo fruncir el ceño y que de repente te dice "Alex, ¿sabes qué? El sobrino de YellowMellow nació el día de nuestro aniversario" y te deja con la boca abierta, con los ojos como platos, porque sólo ella -sólo yo- es capaz de hacer que tu mundo de la vuelta sin que el agua se vierta al quedar boca abajo.

Iria, ¿a qué viene todo esto? Viene a que aquí estamos otra vez, en mi época favorita del año, despidiendo otro año que se va. Y si hago un repaso a todo lo que me ha pasado llego a la conclusión de que hay dos personas a quienes debo hacerles una especial mención. La primera es a ti, cariño, porque has sido lo más importante para mí durante cada minuto de estos 366 días. La segunda no voy a hacerla porque ella ya no puede leerlo y porque sé que todo aquello que no le dije con palabras se lo dije con las manos aquel día que la acaricié hasta que se quedó dormida y eso era todo lo que necesitaba saber.

¡FELIZ AÑO!

domingo, 9 de septiembre de 2012

Con el corazón

Lo que pasa es que las decisiones importantes de la vida no siempre se toman con la cabeza, a veces hay que tomarlas con el corazón. Es como cuando dices "¿ciencias o letras?", como cuando tomas el camino difícil porque es el que más feliz te hace y es como cuando te elegí a ti. A ti. De entre todas mis opciones. Tú eres la decisión más importante que he tomado y te he tomado con el corazón.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Never too late.

Y dejé de escribir. Simple y llanamente dejé de escribir. Así que, con todos los malos ratos, no sólo conseguiste arrancar y destrozar mi corazón sino que me quitaste lo único que siempre creí que iba a conservar: mis pensamientos. Lo curioso es que esto no empezó cuando me destrozaste porque, por mucho que me hirieras, no conseguías que me rindiera; ésto empezó cuando me rendí. Sin más. Un día abrí los ojos al despertar y me di cuenta de que todo lo que para mí había sido real durante años ya no lo era, no lo sería nunca más. Me di cuenta de que por muchas lágrimas que hubiera derramado por ti yo no había alcanzado lo peor de esta ruptura, lo peor acababa de empezar justo ahí, justo esa mañana. ¿Que por qué? Pues porque todas esas lágrimas, esas noche mordiéndome el puño para no gritar, el insomnio, la amargura y todas las discusiones que mi desmadejado estado de ánimo había dejado tras de mí hablaban de amor. Yo creía en nosotros y en lo que habíamos vivido, creía en tus palabra y en que, a pesar de no haber funcionado, había existido, había sido real. Esa mañana, al levantarme, supe que había dejado de creer y el dolor cayó de golpe como una tormenta de verano, sin embargo, al contrario que las tormentas, no se pasó enseguida, sigue aquí. Ese dolor me acompaña a todas partes, todos los días, está pendiente de mí. Vive en mis pesadillas, en mis recuerdos y en las calles que tantas veces recorrimos tú y yo. Me acosa y me chantajea, me hace daño hasta límites incalculables y hace que cada noche me despierte empapada en sudor frío, asustada por la nada, que está siempre en mis sueños, peor que el blanco y peor que el negro, no hay color, ni felicidad, ni ruido; no hay nada. NADA. Así que, poco después de darme cuenta, quise venir aquí y quise compartir mi dolor con este blog que es mi mejor amigo y, ¿sabes que pasó? Nada. No pude hacerlo, aún no puedo hacerlo, describo lo que ocurre no lo que siento, sólo estoy confesando la realidad, no estoy escribiendo como solía hacerlo. Y es por tu culpa, por tu culpa, por no haberme querido. El problema es que cuando conoces a tu primer amor siempre esperas tener un bonito recuerdo, algo que perdure, algo de lo que estar segura que te lleve y te guíe durante el resto de tus días y yo, al conocerte a ti, lo único con lo que me pude quedar fue con la certeza de que nunca has sido capaz de quererme como yo te quise a ti. Y éso duele, porque al robarme las expectativas, también me robaste la escritura.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Medicina.

¿Qué hago yo con esta vida? Yo que me he perdido, que ya no sé si sueño contigo o sólo conmigo. Qué hago mientras me susurran y me juran que no puedo, que no voy a poder aunque lo intente, que no estoy hecha para ello. Qué hago si he perdido la razón, el punto y final, si ya no sé hacia dónde va mi vida. Qué hago si las ciencias para mí han perdido la lógica y las letras la poesía. Qué hago si todo, ahora mismo, quiere decir nada. Qué hago si ya no importa, si ya no hace falta. Qué hago si ya no queda ilusión, si he perdido la esperanza. Qué hago si ya no puedo curar con puntos de sutura todas esas heridas que me causan las afiladas dagas de cada una de sus palabras. Qué hago si no tengo apoyo, ni nadie que me permita cogerle del brazo. Qué hago si estoy viendo como dejo escapar mi sueño. Qué hago si el hecho de abandonar me hace llorar de amargura y la idea de lograrlo me arranca lágrimas de alegría. Qué hago si no quieren ayudarme. Pero, ¿qué estoy haciendo? ¿Disculparme, escabullirme? Es mi sueño. ¡Mi sueño! Desde que tengo recuerdos y jugaba a curar a mis amigas. Mi vida. Es la razón por la que me decidí a meterme en el mayor reto de mi vida. Mi alegría. La respuesta a por qué no me volví loca en aquel hospital. Es lo que siempre he querido, ayudar, sentir el latido, tocar la vida con la yema de mis dedos, aprender grandes lecciones de humildad, ver la vida como es, sin engaños ni cataratas, aprender cada día algo nuevo, algo diferente, sentir el vértigo, la emoción... Es todo lo que siempre he querido. Si lo dejo ya tengo mi respuesta, si abandono ya tengo mi vergüenza y es que, si lo dejo, ¿qué hago yo con esta vida? Vivirla como una auténtica cobarde.

miércoles, 4 de julio de 2012

Perdidos entre las lágrimas

Si lo hubiera sabido jamás te habría besado. No me has causado más que problemas, ¿sabes? Con tu sonrisa de pillo y tus pantalones de matón. Pero lo peor no es lo que eras por fuera, sino lo que nadie más que yo conoció de ti. Lo peor es que puedo afirmar sin miedo a equivocarme que dentro de la impenetrable coraza hay un moribundo y marchito corazón, un corazón que necesita uno de nuestros besos, besos capaces de devolver el sentido a este planeta, de dar razón de ser a mi inexplicable existencia, a tus inconexos pensamientos, a nuestro amor. ¿Y dónde estamos ahora? En el lugar del que veníamos, tú lo sabes como yo: perdidos entre las lágrimas.
Y yo que creía que sí era posible ser feliz... 

miércoles, 6 de junio de 2012

Que ya se lo habrá dicho...

Y cerró los ojos a la puta realidad como tantas otras veces había hecho. Sí, porque sí, porque una verdadera resaca de tequila es más llevadera que otro puto segundo sin él. ¿Qué buscaba en el alcohol? ¿Olvidarlo? No, éso jamás. Era imposible, impensable. ¿Entonces? Ni que fuera tan difícil... Valor. El valor que había perdido la primera vez que dijo, con el rabo entre las piernas, cobarde como jamás en su vida: "ya no le quiero". ¿Que no qué, desgraciada? Pero si él es tu único punto de apoyo en la nada. Lo único. Y sí, buscaba valor para dejar de rondar por su puerta y decidirse a entrar. Valor para llorarle todas aquellas cosas que ha estado callando por miedo. Valor para romper la alienación, para dejar de ser gobernada por su vida, para coger el puto timón. Valor para atreverse a besarlo, para decirle, de una vez por todas, lo mucho que lo echa de menos. Valor para volver, mirarlo a los ojos y decirle esas cuatro palabras que la carcomen: "nunca dejaré de quererte". ¿Y después? ¿Qué pasará después? ¿Qué si el ya no la quiere? Pues nada, que ya se lo habrá dicho...


El problema es que ella ha olvidado un pequeño detalle, 
algo simple pero importante, 
y es que  el valor que te da el alcohol no dura eternamente.

jueves, 3 de mayo de 2012

Colilla.

Miedo. Éso es lo único que eres capaz de sentir mientras tus dedos resbalan por la barandilla. Es serio, por una vez, es más que un simple malentendido. Te sientes agobiada, desamparada. Estás histérica y tus pies descalzos ya no pueden sentir el frío suelo. Le das al cigarro que acabas de encender una calada tras otra, no quieres que se consuma sin más. Sientes un nudo en la garganta, uno tan fuerte que se te cae el alma, pero no vas a llorar. Y, de pronto, aparece el dolor. No lo habías visto venir y consigue golpearte con fuerzas, un fuerte aguijonazo en el pecho y caes de rodillas. Piensas en él, en la vida, en todo lo que estás dejando atrás. No lo entiendes y te enfadas, te enfadas mucho. Marcas un número en el teléfono, él se va a enterar de lo que vales, ¡vaya si se va a enterar! No puede irse de rositas, eres débil por su culpa y lo sabes, ¿por qué tuvo que fijarse en ti? Justo en ti, de entre tanta gente. Escuchas su voz al otro lado y te acobardas, "ya no importa" piensas. Él solo puede escuchar tus jadeos y es como si fuera capaz de predecir tu llanto. "¿Eres tú?" "¡Sí!" quieres contestar. "¡Claro que soy yo!" Pero la oscuridad te vence, por enésima vez, más dura que nunca hasta ése momento y sólo puedes susurrar un desamparado te quiero. Él siente lo efímera que es esa declaración y cómo te has dejado vencer porque, una vez más, tenías razón: no importaba. Nada importaba ya. Nada... salvo que él supiera cuánto habías pensado en él. No importaba porque toda vida se consume, como los cigarrillos o los recursos, y la tuya ya había llegado al filtro, al fin. "Ni una sola lágrima, ni una lágrima más". Y ahí estabas tú al día siguiente, donde él supo que te encontraría, vestida sólo con una camisa, pálida, fría y sin vida. Claro que nada importaba, claro que habías sentido miedo, ése asqueroso melanoma había podido contigo. Y tú ya no eras tú, sólo un cuerpo sin vida, aferrado en rigor mortis a la última colilla.

domingo, 22 de abril de 2012

La cabaña.

No sabía cómo había llegado hasta allí pero sí que no quería marcharse. Imagínalo, ¿existía acaso una situación mejor? Una cabaña de piedra en medio del bosque, suelo de madera y vigas al descubierto, un fuego ardiente en una hogareña y antiquísima chimenea, las mantas encima de la alfombra y nosotros decorando el árbol de navidad y comiéndonos a besos. Más y más, hasta no soportar el ansia, la necesidad. Caer sobre las mantas celebrando la navidad cuerpo a cuerpo, unirnos una vez más siendo el puzzle perfecto, el que sabíamos que éramos, y acariciarnos después, hablando de todo o de nada, y volviendo a empezar, viviendo esas vacaciones que, en realidad, siempre hemos deseado.

Esta es una historia dedicada a alguien especial.

lunes, 9 de abril de 2012

El orden de los factores altera el producto.

Nos conocimos y me hiciste llorar de risa. Nos hicimos asiduos. Nos encariñamos. Nos acercamos. Me besaste. Tuvimos sexo. Fuimos felices... Pero, ya sabes, nunca se me ha dado bien éso del orden cronológico así que, pensándolo bien, si quitas éso de "de risa" puede que fuera al revés:

"Éramos felices hasta que tuvimos sexo, me besaste, nos acercamos, nos encariñamos, nos hicimos asiduos. Entonces me hiciste llorar y, por fin, nos conocimos y me di cuenta de que no eras bueno para mí"

viernes, 6 de abril de 2012

Samuel

No sabía hacia dónde se dirigían sus pasos. O puede que, simplemente, no quisiera saberlo. No era fácil alejarse pero... ¿es que tenía otra opción? Era muy duro estar tan enamorada, muy duro saber que el corazón se rompería en mil pedazos, muy duro tener miedo por enésima vez. Siempre había huido. Estaba acostumbrada al dolor que éso provocaba pero incluso el mayor de todos venía contrarrestado por un profundo alivio que crecía a medida que se alejaba. Hasta ahora. Por primera vez en su vida no había alivio, ni una pizquita, nada en absoluto y no sabía bien como sobrellevarlo. ¡Pero ella era una amante de la libertad! No era tan simple como enjaularla por amor, no. Debía huir mientras pudiera, no había ni un segundo que perder. Echó a correr bajo la lluvia, ¡menos mal que estaba lloviendo! Lady Rock n' Roll no habría soportado que la vieran llorar, incluso a sabiendas de que, a esas horas, nadie se fijaría en ella. Quería volver pero tenía que marcharse. Lo creía con cada célula de su cuerpo. Llegó a la estación de tren, eran las seis de la mañana. Los más madrugadores ya abandonaban la estación rumbo a cualquier parte. Subió conmocionada a su tren tras sacar un tique. No sabía a dónde iba, sólo que se alejaba, que se alejaba mucho del único cuerpo que había considerado su hogar. Y, mientras el tren aceleraba convirtiendo en un borrón el paisaje, Lena no pudo evitarlo y pensó en Samuel.

domingo, 1 de abril de 2012

Porque me hace feliz.

Escribo porque no hay nada que pueda hacer mejor. Porque es el lenguaje binario de mi corazón traducido para el mundo. Escribo aunque nadie lo lea, aunque a nadie le importe porque me importa a mí. Escribo porque sé que todo lo que salga de aquí será bueno. Escribo porque siento que no podría no hacerlo, porque me siento mal cuando no lo hago, es como una droga, es lo que soy y lo necesito. Escribo para dejar a un lado todo lo demás, para olvidar por un minuto mis espinas y sacarle partido a cada estado, a cada humor. Escribo como capricho, como reto, como fracaso o como triunfo. Escribo para gustarme, para ser fiel a quien realmente soy. Escribo porque no sé hacer otra cosa, o puede que sí sepa, pero esto es lo único en lo que me mantengo firme, lo único que me obligo a seguir, a rajatabla, sin excusas. Escribo porque me hace feliz.

sábado, 31 de marzo de 2012

Es más de lo que merecía.

Hoy me he dado cuenta de que no puedo perdonarte. No puedo. Aunque ya lo he hecho, te perdoné todo. Las humillaciones, las mentiras, los insultos, las lágrimas, los días pésimos. Te perdoné queme hicieras tan feliz y luego me lo quitaras todo de golpe y que, al final, llegáramos a la conclusión de que no me querías en realidad. Te perdoné por no querer a quienes quería y por alejarme de la gente. Te perdoné por haberme hecho creer que no era importante, que mi vida no valía ni un céntimo y que lo único que me hacía vivir eras tú. Te perdoné cuando hiciste que me convirtiera en lo peor de mí misma y cuando me llevaste al extremo. Te perdoné por haberme hecho mentir y engañar. Te perdoné todo, casi todo. Y aún así no puedo perdonarte, no puedo perdonarte porque lo vi en tus ojos. Ese amor que mata, que hace hervir la sangre. Ese amor que es único, que sólo sucede una vez. Un amor que lo creó todo y lo destruyó todo, que me hizo sentir libre de verdad. Un amor que me hizo ver lo pequeña que era yo en comparación con el mundo. Y no puedo perdonarte, aunque ya lo he hecho. No puedo perdonarte por haberme querido de verdad.

jueves, 29 de marzo de 2012

Hasta qué punto lo quiero.

Una vez alguien me dijo que si algo te gusta de verdad tienes que poner todo tu empeño en ello, tu corazón. Porque si algo es importante para ti (para mí) tengo que olvidarme de todos los contras y centrarme en los pros. Que no estoy hecha para vivir como una mártir, he nacido para ser feliz. Y si lo que me hace feliz es ése chico de ojos verdes que vive dos calles más allá pues, genial, que lo cuide. Que lo cuide porque es una cosa buena, es algo (alguien) que me hace sonreír cada día, cada putísimo día, que me hace sentir bien. Ninguna importancia tiene ya todo lo demás si él está a mi lado y si me apetece soñar con nuestra vida, con todo lo que podremos vivir juntos, con todos los lugares que visitaremos o con cómo vamos a decorar nuestra casa pues es mi problema. Que yo soy feliz y él también (creo), él que me conoce a fondo, él que se ríe de mí, él que siente pena cuando me hace cosquillas porque sabe que acabaré llorando, él que siempre me lleva la contraria y que, al final, termina cayendo rendido (con un poco de coacción) a mis encantos. Él que es todo lo que yo podría esperar, que es exigente e inteligente, responsable, increíble. Él que... que tiene el poder de dejarme sin palabras. Él, el chico callado y taciturno (por las mañanas) que hace mis delicias con cada gesto inesperado. Él que no se imagina cuánto tiempo paso al día para hacerle entender que sin él nada sería posible, que estoy dispuesta a soñar para siempre si ésa es la única forma de tenerle. Él que ignora hasta qué punto lo quiero.

Dedicado a Alejandro Espiño

domingo, 25 de marzo de 2012

No me digas que alguien te amó más que yo.

Aunque pensaba sinceramente que nunca volvería a soñar contigo, sucedió. Fue como cambiar nada por todo o todo por nada. Simplemente de la noche a la mañana y por el nimio hecho de no querer postergarlo me di cuenta de que tenías la sonrisa más bonita del mundo y así, sin pensarlo demasiado, volví a soñar despierta, a soñar contigo. Volví a derramar lágrimas de amor, de esas que empapan la almohada, lágrimas con las que dejar escapar todos los "te quiero" que callo cada día. Volví a sentir que tú... Bueno, eso, ya sabes, que en ti se me va la vida y que si tu eras feliz qué más quería. Y quise averiguarlo porque, si no eras feliz, algo habría que hacerle, alguna solución habría que encontrar ya que tu felicidad era la principal protagonista de mis sueños. Pero me di cuenta, aunque puede que demasiado tarde, de que yo no puedo saber si eres feliz, por mucho que me empeñe porque ya no me está permitido entrar en tu corazón a robarte los secretos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Leaving

Estoy escribiendo nuestro final. Está decidido. Tengo que decírtelo ya, decirte que ésto me va muy grande, que no soporto el vacío de mi pecho y cada vez es más grande. Porque ya no somos lo que fuimos, no. Somos una uva pasa, arrugada. Porque yo ya no te siento cerca, ya no me siento importante. Y siempre he creído que si la persona con la que estás no está siempre en tu mente quizás es que no la amas. Puede que sea mi culpa, ¿sabes? Que haya exigido demasiado o que exigiera muy poco al principio. Puede que no sea perfecta y que no sea la adecuada. Que todo lo que antes te hacía sonreír ahora te frustre. Puede que tenga más miedos y manías de los que puedo contar con los dedos y que no sea agradable verme triste o enfadada a cada momento. Puede que odies que te aparte y que sienta vergüenza cuando excedes los límites delante de los demás o cuando te haces demasiado pesado. Puede que te hayas equivocado conmigo, no sé. Yo ya no puedo más.

martes, 6 de marzo de 2012

You've done.

Porque la vida es muy perra y te está diciendo que pares, que pares porque no vas a lograrlo. Ella se encarga de éso y te lo dice así, como si no le diera pena ninguna, porque ya la conoces, sabes como es ella, que no tiene límites. Imparable es la palabra. Y tú no te rindes, no te rindes porque has nacido para enseñarle que la bondad también existe y que ella, en el fondo, no es mala. Que lo que te hace sufrir es tu actitud ante la vida y las personas de las que te rodeas, que no es para tanto, que no puede ganarte. Y se cabrea y te tira de los pelos, porque ella es así y no aguanta que estés dispuesta a quitarle el protagonismo. Sin embargo, ¿qué puedes hacer? Tú naciste preparada para cambiar las cosas, para hacer lo imposible y para romper las metas. Sabes que tienes razón aunque a la vida no le guste, porque ya sabes, es muy perra. ¿No te has dado cuenta de adónde quiero llegar? Con tu actitud ya la has vencido.

domingo, 26 de febrero de 2012

(aunque sólo los recuerdes en los sueños)

Ya sé que es más que probable que no quisieras oírme hablar de amor pero, ¿qué puedo hacer? Tú que me conocías sabes que mis palabras siempre salieron del recóndito lugar dónde se esconden los sentimientos así que, dame una respuesta: ¿cómo se supone que debería haberme callado? Si es que no sé no decir, nadie me ha educado así. La filosofía y la televisión, las injusticias y las manifestaciones me han enseñado día a día que jamás debo callar. No quieras que sea como las demás, que sea de pocas palabras, que deje de decir. No lo quieras, sabes bien que las palabras son lo mío igual que lo tuyo eran las sonrisas que me robabas en cada palabra susurrada al cuello. A ti eso de los te quiero nunca se te dio bien, que tú eras el malo y los malos no tienen el valor de demostrar lo que sienten. Porque sí, eres un cobarde, si es que cobarde expresa lo que siento yo por todo aquello que no me has dicho, todo aquello que sigo esperando y se ha perdido para siempre. Perdóname si sigo hablando de amor, no sé usar otra palabra pues, aunque quisiera odiarte, encontraría algo que me lo impidiera. Algo. Una foto, un recuerdo, un jodido beso manchado de verdín a las afueras de la ciudad. Y es que si algo era tuyo, si algo te borraba la maldad, ésos éramos el campo y yo. El campo, tú y yo. No sé, vale que me repita, que de vueltas como un tiovivo, vale que esto haga más daño que bien o que ni siquiera importe.  Vale que hayas olvidado mi nombre. No importa, no importa nada en absoluto porque, pase lo que pase, serás incapaz de olvidar mis besos.

sábado, 25 de febrero de 2012

Por última vez.

Bésame. Lento, triste, de verdad. Por última vez. Bésame y que no parezca un cumplido, que parezca una lágrima. Bésame hasta que nuestros labios sangren, hasta habernos saciado porque ya no habrá otra vez. Nunca. Así que bésame, como solíamos hacerlo al principio, sin riñas ni rencores, comiéndonos, saboreándonos por si se acababa. Bésame porque se acabó. Bésame con un te quiero, tú sólo sabes decir la verdad cuando besas así que quiéreme. Quiero decir: bésame. Haz que resucite algo que sé que no puede morir. Bésame para que pueda soportar no volver a verte. Bésame. Bésame para que entienda que sí que hubo amor. Bésame porque te detesto y porque detesto detestarte. Bésame. Bésame. Bésame mucho, bésame hasta unirnos, hasta follar, porque no habrá otra vez después de esta. Cuando termines no me querrás y yo jamás volveré pero bésame. Bésame para que me crea que sé cómo sonreír. Bésame. Te lo suplico, por última vez, antes de que termine el mundo, nuestro mundo, quiéreme.

domingo, 12 de febrero de 2012

Para Sabela

Las penas las cura la guitarra, le decía Dimitri cuando ella lloraba. Él siempre había intentado enseñarle a tocar pero a ella se le arremolinaban las imágenes y entre bemoles y sostenidos terminaba siempre cogiendo el carboncillo para dibujar un beso, una mano que rasga una cuerda o una nota flotando en el perfil de su encantador suízo bohemio. Ella era de dibujo, no de música. ¿Y quién me quita las penas ahora, eh, Dimitri? ¿Quién? Porque tú me has dejado tirada. Ya habían pasado infinitos días desde aquella noche en las rocas y ella seguía sin encontrar el aliento. No sabía como seguir adelante ni cómo volver hacia atrás. Estaba rota de recuerdos y llena de insatisfacciones. Perdida en un mundo que la había dejado a la deriva. Ahogada en un apartamento demasiado grande para ella sola, demasiado personal para olvidar a el chico que lo había mitificado. Ella sólo quería salir. Así que había encontrado otro sitio. Un loft diminuto en el que empezar. Y ahí estaba en su antiguo nido, rodeada de cajas, a punto de partir, jugando con la suerte al escondite cuando tropezó con una de las baldosas del baño. Fue una corazonada, tal vez, pero se agachó para encontrar el escondite secreto de Dim, ése del que tanto había oído hablar y que, después de semanas de búsqueda, había decidido que era solo un mito. Había una caja y dentro de la caja un CD con las versiones que Dimitri había hecho de los Beatles, de Extremoduro o de Queen; su púa favorita y su cuaderno, ése que ella se conocía ya al dedillo, ése en el que él había empezado a escribir y que sólo tenía una hoja vacía, "la hoja del recuerdo indefinido" como él la llamaba, en la que escribiría lo más importante de su vida... Pero había algo escrito en ella, una carta. Para ella, para Sabela.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ni una sola lágrima.

Una sonrisa maliciosa esbozada en el refugio de la oscuridad. Una joven levantándose de la cama, demasiado grande para dos personas que se abrazan en sueños. Sus pies descalzos haciendo tic-tac contra el suelo como un reloj, como el reloj que le daba la hora de partir. Lena sabía que aquello no estaba bien pero no conocía otra cosa, en su pasado todas las despedidas habían sido iguales. Se vistió rápidamente sintiendo un excitante temor a que el ruido de su piel contra la tela partiera en dos sus planes. Se puso su mochila al hombro y rasgó cuatro palabras en un papel que dejó contra la almohada. Dejó las llaves en el cuenco de la entrada. Dejó que los ojos se humedecieran pero no lloró, ella era fuerte. Cerró la puerta lanzando un beso al aire y se marchó.

Él sintió el frío y se despertó sobresaltado. La cama vacía era el preludio de una sonata de despedida y fue entonces cuando encontró la nota junto a la almohada. Simple, sencilla, concisa. Cuatro palabras. "Ni una sola lágrima". No lo dudó ni un segundo, supo que ella lo había dejado. Un espíritu salvaje siempre encuentra el valor para huir. Sus cosas seguían ahí pero ella no iba a volver. No le importaban sus cosas, no le importaba nada. Ella quería volar. Y él debía dejarla. La echaría tanto de menos... Y, mientras las tinieblas de los sueños lo atrapaban otra vez, dijo en un susurro: "Buenas noches, Lady Rock&Roll" En el mismo momento en el que Lena, desde el asiento trasero de un taxi murmuraba: "Dulces sueños, camarada".

martes, 7 de febrero de 2012

You're out.

Me he caído más veces de las que puedas imaginarte y muchas han sido por tu culpa. Tú has sido durante demasiado tiempo agente activo o pasivo de mis acciones, de mis problemas. Yo te quise tanto que olvidé diferenciar la verdad de la mentira hasta el punto de dejarme herir por un cuchillo de juguete. Soy influenciable, demasiado. Crédula, ya sabes. Inocente. Tú me hiciste pensar que debía sufrir por ti para siempre sólo porque una vez te había amado. Pues no. Ya no, nunca más. Ya no eres el bache en mi camino, ya no me importas. He derribado el muro que construí para insensibilizarme. Lo derribaste tú, a pico y pala, insulto tras insulto y, cuando terminaste, me di cuenta de que ya no lo necesitaba. Yo sola te había aislado. No existe el olvido, siempre lo diré, siempre te querré... pero sólo a la parte de ti que vivió en mi corazón cuando eras amable. No quiero a la persona sino al recuerdo y no olvido al recuerdo sino a la persona. Te he dejado atrás, lo siento. Simplemente me subí al coche, arranqué y te despedí con la mano. Estás fuera.

lunes, 6 de febrero de 2012

Amo tanto, tanto la vida que de ti me enamoré.

Y así, con el orgullo escondido en un cajón por si las moscas, vengo a suplicarte que me perdones por cada vez que me convierto en un monstruo. No lo soy en realidad. La vida, a veces, se pone muy perra y las cosas buenas me parecen malas. Soy pesimista en los días de color café con leche, ya sabes que a mí no me gusta llamarlos negros, que suena racista. No me reconozco cuando digo: "no te quiero" y luego enrojezco arrepentida porque sé que lo he echo mal. Sé que mi carácter, a veces, es más fuerte que Popeye después de tomar espinacas pero, ¿qué le voy a hacer? Puede que sea pesada e incomprensible y que nada de lo que diga o haga tenga sentido. Tú sabes que a mí las chuches nunca me han ido demasiado, que me va más lo salado. Soy vaga e inconstante pero mira, aquí seguimos, un año y pico después y todavía tengo ganas de comerte a besos. Vaya con mi desesperación. Puede que sea criticona y dura contigo, que me saques de quicio sin motivo y que parezca a punto de tirarme de los pelos. Otras veces me echaré a reír a carcajadas y a ver quién se atreve a pararme. Chico, que sé que no soy perfecta, que me falta un tornillo y que te pongo nervioso con mi manera extraordinaria de verlo todo. Sé que soy mala por naturaleza, o por defecto, si te parece. Y sé que me vuelve loca notar tu piel contra mi piel, sin barreras, sin idiomas, sólo saliva y sudor. Sé que soy un poco Rock&Roll y, a veces, no se sabe de qué voy, estallo como un solo de guitarra y no me dejo atrapar. Pero, a veces, logras seducirme y soy como un gatito expectante locamente enamorada de ti. Locamente enamorada de ti. A todas horas, sin horarios ni películas. Solamente enamorada de ti. Voy a grabar(nos), a hacer(nos) durar eternamente.Vamos a convertirnos en el recuerdo perfecto, yo la chica indomable y tú su medio kiwi. Nosotros, el veintiuno que se besa intermitente, que hace el amor en un colchón de recuerdos, que acaba de aprender a decir "te quiero" sin necesitar las palabras. Quiero hablar para siempre en primera persona del plural.

Words

Yo hago el amor con las palabras, aunque suene cursi, más cursi sonaría yo sin ellas. Ellas son mi mundo, cada artista tiene que buscar su musa y mi musa son ellas. En todas las condiciones y conjugaciones, con todas las discordancias y sin marginar a ninguna de ellas. Cuentan historias, cosas que inventan los corazones y que no se habrían atrevido a salir. Las palabras estuvieron conmigo cuando me abandonaban los alientos, ellas fueron mi oxígeno en este mundo que da miedo. Todos nos hemos agarrado a un particular salvavidas alguna vez, para no caer, para no estrellar nuestros frágiles huesos contra un planeta que vaga a la deriva sin control. Pues bien, yo me aferré a ellas, porque me entendían. Las palabras me acarician cuando tengo pesadillas, para que no se me rompa el corazón. Ellas me escuchan mientras los demás yacen sumidos en un profundo embotamiento. Las palabras son amor, vida, risa y rock and roll. Son como yo, son parte de mí. Son mi herencia, mi diario y mi sangre. Yo quiero a las palabras porque saben traducir(me)

domingo, 5 de febrero de 2012

Frío en los huesos.

Se estremeció delante de todos sus recuerdos. No se lo podía creer. Desde pequeña papá le había enseñado que todo debía estar controlado, organizado, cronometrado al segundo. Esa era su ley, la de papá, y la de ella también con el paso de los años. Hasta los diecisiete. Y ahora todo estaba descontrolado. Allí estaba ella, sepultada en la penumbra de la noche de luna creciente sintiendo como las escarpadas rocas de la costa le arañaban los pies y apenas cubierta por una camiseta que él le había prestado una de las mil noches que había pernoctado en su apartamento de bohemio escritor. Las cartas, las fotos, la cámara, los discos, los colgantes y todos aquellos recuerdos que ella había ido recopilando durante dos años yacían en el árido suelo, junto a sus lágrimas y, aunque apenas alcanzaban el palmo de altura, parecían cernirse sobre ella mientras el viento, furioso, hacía ondear su pelo largo y moreno, como si quisiera arrancárselo. Lloraba desconsolada, sin esperanza, sin rencor, sin furia. Lloraba como si estuviera moribunda, como si el mundo hubiera dejado de ser un hogar, hubiera empezado a ser un infierno. Lloraba desamparada y su llanto era tan desgarrador que podría haber descongelado el corazón del más carente de sentimientos de los hombres. Sus lágrimas no conocían barreras y su dolor no creía en los límites. Su amor la había destrozado, su pena no tenía cura y, a pesar de sus diecinueve años, cualquiera que la hubiera visto agazaparse con un terror inaudito contra los pocos recuerdos que le quedaban de él y que, poco antes, había planeado destruir podría haberla confundido con una niña de tres. Echaba de menos a su padre ahora que había perdido a Dimitri, si él estuviera con ella le diría qué hacer. Pero la había abandonado al enterarse de que su pequeña se había enamorado de un escritor suízo sin fortuna que, a pesar de su talento, no había sido capaz de alcanzar la fama y le había jurado que nunca la perdonaría. Ella se había lanzado a los brazos de Dim sin temor y el chico, que era soñador y optimista, la había convencido de que su autocontrol no era necesario, de que todo saldría bien. Ella siempre mantuvo la fe. Hasta esta mañana cuando su pequeño suízo dejó brotar su último aliento y se desvaneció entre sus brazos. Estaba tan perdida y hacía tanto frío en esas rocas del norte de España en el mes de octubre... Su fuerza desaparecía por momentos pero concentró toda su energía y en un último susurro agónico exclamó:

- Dimitri... Papá...

lunes, 30 de enero de 2012

Te quiero.


Estoy preparada para ti. He hecho un hueco entre mi garganta y mi cama. Sé que no es mucho, pero es sólo para ti. Es mi manera de decirte que el mundo lo mueves tú. Tú que agachas la cabeza cuando estás a punto de sonreír, tú que has hecho posible que mi vida huela a café solo. No tengo mucho, nada es lo que puedo ofrecerte, al fin y al cabo yo soy de esas personas que se rompieron y ya no funciono bien, pero te necesito tanto... Cada día es más importante ahora que tú te has unido a mi cuaderno de notas. Nunca he sabido hacer las cosas bien pero tú guías mi mano en cada letra que escribo. Ya no sabría respirar nada que no fueran tus besos y no duele, aunque da miedo, es escalofriante pensar que mi carótida está entre tus manos, pero confío en ti. Tú has encendido el sol de nuevo cuando yo ya creía que viviría a base de cerillas, que se consumen indiferentes, el resto de mi vida. Sé que no es fácil entenderlo, tampoco para mí ha sido fácil sentirlo. Sé que me he hecho la dura, que no siempre te lo he puesto fácil. Lo siento. Trataba de protegerme pero ya no quiero hacerlo más, no de ti... porque te quiero.

lunes, 16 de enero de 2012

I

Era tan, tan simple que salió mal. Me rompiste los esquemas con ésa facilidad absoluta, con esas ganas locas que tenías de quererme y esa sonrisa de media luna lunera que se te escapaba a bocajarro. Siempre dispuesto a darme y a quitarme, siempre en tu quinta, siempre haciendo lo mejor para "nosotros". Era tan fácil que no supe seguirte la pista, que es que yo quería algo más, algo como dejar mi corazón convertido en diminutos cubos cristalizados, como la sal cuando el agua se evapora. Era tan fácil que lo dejé ir, que te dejé ir. Para ser mejor, para poder compararme, para tener algo malo sobre lo que escribir, que tú ya sabes que a mí los textos sobre amor me cuestan mucho. Era tan fácil que preferí llorar(te) cada noche que dejarme llevar. Era tan fácil, tan, tan fácil que te marchaste y ya no sé nada de ti. Me pregunto si me miras desde lejos, en tu corazón, en alguna ciudad en la que la gente habla un idioma que tú no puedes entender. Me pregunto si vives a diez metros o a diez mil kilómetros de mí. Me pregunto si tú también lloraste, si fue fácil para ti, si prefieres esto a lo que tuvimos. Me pregunto si mi "era tan fácil que no pudimos" no será, en realidad, un "no soporto que fueras tú el que se marchó".

sábado, 14 de enero de 2012

Tiemblo y se me escapan hasta las letras del puto abecedario. Tiemblo masacrada, con un dolor que no cesa, que me traduce versos guerreros sobre lucha e inmundicia. Y tú, tu puta imagen en escala de grises, con ése color irreal de un sueño. Tu voz que me promete un "para siempre" y tu imagen real, la de hace un momento, la que tiene nubes de tormenta y adaggio de fondo, la que me jura y me perjura que ya no puedes seguir, que te habías equivocado. Es simple eso de equivocarse, ¿verdad? Te echas atrás y deshaces tus promesas, tus vanas promesas. ¿Es que te obligué a hacerlo, a prometer? ¿Te obligué a mentirme? No. Pero lo hiciste, ¿por qué lo hiciste? Es como sangrar, eres como sangrar. Me liberas y me atas y me matas lentamente. Te pierdo a poquitos, a borbotones, porque yo, que soy gilipollas, me corté una puta arteria y dependo del corazón para que la sangre vaya saliendo. Y el corazón responde a tus estímulos, ¿sabes? Responde a los recuerdos que me ponen los pelos de punta y la carne de gallina, responde y sigue latiendo, empujandote, a ti, a mi sangre,que se escapa de mi cuerpo sin dudarlo, porque quién soy yo, para qué sirvo si tiene la libertad al alcance de sus glóbulos rojos, de sus glóbulos blancos y de sus dichosas plaquetas. No estoy inmunizada contra ti, tonta que soy yo, lo sé. Me duele, me mata, imbécil, me has jodido.

viernes, 6 de enero de 2012

Mi regalo

Un regalo que no llegó puntual. Llegó con tres días de retraso. Cargado de todo lo bueno y de todo lo malo que viví junto a su vibrar irreprochable. Llegó para dármelo todo, para llevarme al puto cielo y luego robarlo sin más. Y ahí te quedas, cielo. Que sí, que sé de memoria éso de que si juntas los puntos que forman los lunares en su espalda sale mi nombre. Yo he saboreado un amor que se escribe con las letras de su nombre y se reza como los rosarios. He creído que en una cajita pequeñita podía meter el cielo, por si él se marchaba, y la jugada me salió mal. Mal porque al verlo marchar con su maleta raída y su sonrisa de paño, mal remendada y estropeada por las condiciones climáticas adversas me dije que el cielo eran sus recuerdos pero no, tan sólo son un lastre. Y vivo así sin estar viviendo, creyendo que los Reyes Magos volverán, con tres días de retraso, a traerme lo que se llevó el pasado. No es que lo necesito, mi sonrisa sigue ahí a pesar de todo, sostenida entre sonetos, alfileres y unos cuantos si bemol. Mi sonrisa sale a pasear cada día. No lo necesito, pero lo quiero. Nadie puede explicar cuánto lo quiero.

miércoles, 4 de enero de 2012

Love me tender.

Y con el tiempo aprendes. Aprendes que hay errores que no debes cometer y muros que no debes saltar. Aprendes que no todo es rosa, que también hay negro o café con leche o verde. Aprendes que no todo el mundo es transparente y que no todas las noches son de luna en cuarto creciente. Aprendes que hay palabras que enamoran y miradas que matan y que por mucho que te empeñes en lograrlo todo con dinero hay ciertas cosas que sólo puedes conseguir con valentía. Aprendes que cada día es un reto, que lo que importa no es llegar al final del día sino poder decir que, en cada uno de ellos, ha habido un momento en el que te has sentido realmente feliz. Descubres que casi todo tiene un cierto sentido oculto, que las cosas se superan, que las lágrimas no viven para siempre pero, el amor, está ahí desde el instante en que te quema por primera vez.

Twitter