sábado, 14 de enero de 2012

Tiemblo y se me escapan hasta las letras del puto abecedario. Tiemblo masacrada, con un dolor que no cesa, que me traduce versos guerreros sobre lucha e inmundicia. Y tú, tu puta imagen en escala de grises, con ése color irreal de un sueño. Tu voz que me promete un "para siempre" y tu imagen real, la de hace un momento, la que tiene nubes de tormenta y adaggio de fondo, la que me jura y me perjura que ya no puedes seguir, que te habías equivocado. Es simple eso de equivocarse, ¿verdad? Te echas atrás y deshaces tus promesas, tus vanas promesas. ¿Es que te obligué a hacerlo, a prometer? ¿Te obligué a mentirme? No. Pero lo hiciste, ¿por qué lo hiciste? Es como sangrar, eres como sangrar. Me liberas y me atas y me matas lentamente. Te pierdo a poquitos, a borbotones, porque yo, que soy gilipollas, me corté una puta arteria y dependo del corazón para que la sangre vaya saliendo. Y el corazón responde a tus estímulos, ¿sabes? Responde a los recuerdos que me ponen los pelos de punta y la carne de gallina, responde y sigue latiendo, empujandote, a ti, a mi sangre,que se escapa de mi cuerpo sin dudarlo, porque quién soy yo, para qué sirvo si tiene la libertad al alcance de sus glóbulos rojos, de sus glóbulos blancos y de sus dichosas plaquetas. No estoy inmunizada contra ti, tonta que soy yo, lo sé. Me duele, me mata, imbécil, me has jodido.

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