viernes, 23 de agosto de 2013

Gente que sigue claudicando.

Es como si hubiera claudicado dejando ir, sin pena ni gloria, todo aquello que era incómodo. Como cuando te rindes y dejas de impedir que la arena repose en tu toalla en la playa porque es más fácil que luchar contra el viento. Me he rendido con la excusa de "tampoco ellos se han molestado" como si éso me hiciera mejor persona, como si fuera una premisa válida, como si calmara mi remordimiento. He dejado pasar por mi vida, sin pena ni gloria, a personas que consideré átomos de mi ser. ¿Por qué? Porque todo el mundo lo hace. Ellos hicieron lo mismo por mí, ellos también podrían haber llamado, ellos se adaptaron y me olvidaron. ¿Nadie dio un paso atrás? ¿No hubo ninguna persona en mi historia capaz de ver que en la hoguera te quemas, que si pones el pie sobre el fuego todo tu cuerpo te grita que te apartes? Pues no. Como mutilados, como insensibles congénitos al dolor que somos, a veces, los miembros de este absurdo planeta nos atamos en lo alto de la hoguera y morimos quemados lentamente. Si fuera capaz de creer en Dios, en otra vida, en la rencarnación, la resurrección o cualquier fenómeno que me permita corregir los errores de mi vida podría comprender el por qué de mi rendición pero no creo. No creo. Somos ciencia: biología, física y química; si nuestro corazón deja de latir no habrá vuelta atrás, todo aquello que se fue, se habrá ido para siempre y toda esperanza de arreglarlo morirá con nosotros. Me resulta raro que haya tanta gente a mi alrededor que no se da cuenta, gente que sigue claudicando.

martes, 14 de mayo de 2013

Yo

Por fin lo he entendido. Ahora sé por qué mi sueño sucumbió a mis pesadillas, fue porque en mi sueño yo ya no me quería. Me habías anulado por completo hasta arrebatarme hasta mis más profundos anhelos dejándome sólo con las ganas de ser perfecta para ti. Pero no tengo que ser quien no soy y tú no tenías el derecho a anularme. No sabes, no tienes ni idea, de lo difícil que fue recomponerme, volver a ser quien era, quien siempre había sido. Nunca te han contado las noches que lloré ni cuántas veces tuve vergüenza al recuperar mis gustos y mis sueños. Tú me lo habías quitado todo: mis gustos, mis sueños, mi voz. Me habías anulado completamente y yo te dejé. Dejé que me desnudaras porque no sabía que otra cosa podría ser, no sabía de qué manera podría vivir si no estabas tú. No creía que nadie pudiera quererme, que mis metas seguirían siendo verosímiles, que mi vida todavía cantaría para mí. No creía en mí y por eso te necesitaba. Así que sí, ya sé por qué. ¿Por qué no estoy contigo? Porque me quiero.

jueves, 28 de marzo de 2013

Tu pequeña trotamundos.

Me di cuenta, con el tiempo, de que hay heridas que nunca se curan. Hay miedos que nos dejan apalancados, suspendidos entre lo que vivimos y lo que no queremos dejar de vivir. Hay dedos que siguen recorriendo nuestra espalda y espaldas que son recorridas por nuestros dedos y, en realidad, tan sólo son hologramas, ya no están, pero siguen tan vivas en la lista de lo que no podemos olvidar y no dejamos de recordar. Y yo sigo aquí, contigo, en el lugar donde ocurren las cosas pequeñas o, tal vez, en el mundo de los sueños. Sigo en el jardín secreto donde se guarda la manzana dorada de mi angustia por no habernos reencontrado. "No dejes que el tiempo pase en vano, por favor" y te juro que lo intenté. Pero me tiemblan las manos y me secundan las lágrimas cuando digo que no puedo, que la manecilla sigue y yo me he vuelto de piedra; que siento cosas tan fuertes y es como si no cambiara nada, como si ningún amor me quitara este dolor. ¡Me quema la garganta, me escuecen los ojos, me duele el respirar! Deseo el pasado más de lo que he deseado nada en mi vida y deseo aferrarme al presente con pasmosa tenacidad. Estoy dividida por el subconsciente de mis recuerdos. Recuerdos que hablan de un futuro halagador. Recuerdos que me conviertes en quien soy, una trotamundos, tu pequeña trotamundos.

sábado, 9 de febrero de 2013

foREVer

Que nunca nadie se atreva a decirte que se ha parado el mundo, pequeña trotamundos. Que el mundo no se para mientras tú sigas girando sobre él. Aquello que te aterrorizaba ahora no son más que sombras, pasado, y aquello que te aterroriza pasará. Que nadie se atreva a negarte una sonrisa que has solicitado con vehemencia, nunca nadie podrá decir que el tiempo no cicatriza una herida (aunque la cicatriz no desaparezca) porque tus yagas ya se han cerrado. No ruegues, pequeña trotamundos, que la vida no es tu madre ni te quiere. La vida no concede favores y tú mejor que nadie ya lo sabes; pero no te rindas. Nunca te rindas. Porque tú, cariño, tienes el valor del que muchos carecen. Sí, las cosas pasan por algo o por nada y sí, hay una lágrima rodando por la ruta 66 de tu mejilla pero ¡oye! Nadie sabe nunca a dónde van a parar sus tristezas una vez que han dejado de arder como fuego. No sabes porque sufres, pequeña, ya lo sé. Pero sufres. Y un dolor, venga de donde venga, es un punto negro en un mapa. Ese lugar al que debes llegar, incluso si es peligroso, para poder volver a tomar las riendas de tu descarriada vida. ¿Sabes qué es lo mejor, pequeña trotamundos? Que yo estoy aquí, de vuelta, para decirte aquello que no quise decirte una vez, que no supe decirte una vez... ¿Casualidad? Tal vez. Pero en un día como hoy, al recordar todo lo que él fue, he vuelto aquí, he vuelto a escribir tras mucho tiempo sin hacerlo. Gracias a él, mi pequeña trotamundos, el mundo aún no se ha parado. Porque es por él, por su recuerdo, por quien nosotros giramos. Felicidades, Jimmy

Twitter