sábado, 31 de diciembre de 2011

Para la niña del 31 de diciembre.

Hoy es tu día, ¿sabes? Porque mientras todo el mundo se despedía de 1995 llegabas tú para darle sentido a ése último día. ¡Y menos mal que llegaste! Menos mal, porque pocas personas hay en este mundo que hayan calado tan hondo en mi corazón como tú. Tú eres una amiga de día a día, por poco que nos veamos, sé que estás siempre. Hemos pasado por mucho juntas en la distancia y no puedo borrarlo de mi memoria sin más, como si no hubiera ocurrido, porque está presente en cada día. Te quiero. Te quiero porque eres especial y porque con tu dulzura y tu gracia personal haces que sea especial todo lo que te rodea, porque estás ahí para mí cuando te necesito y también cuando soy feliz, porque confías en mí y ése es uno de los mejores regalos que alguien puede darme y porque eres tú, mi pequeña, mi Tour Eiffel, mi coruñesita. No te olvido este año como no te olvidé ninguno desde que te conocí, tampoco pienso olvidarte. Gracias por todo, pequeña, espero que este sea sólo un año de todos los que pasemos juntas. Feliz 2012 y, sobretodo, feliz cumpleaños, Mònic.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Te necesito esta navidad.


Cierro los ojos. Estoy muy cabreada porque entre tú y yo algo está a punto de romperse, o éso creo yo, y no sé cómo remendar la costura. Una lágrima desearía escapar pero es como si la hubiesen pegado con loctite a mi pupila, no puedo llorar cuando estoy muerta por dentro, los muertos no lloran. No sólo estoy enfadada contigo, puede que un poco, pero quien me hace sentir rabia, quien en verdad me cabrea, soy yo. Esto es todo por mi culpa, por exigirte demasiado con mis ruegos, por ser tan tonta, inmadura, infantil y repipi, por haber perdido el norte, por haber dejado de ser yo misma. Tú no lo puedes ver mientras me siento en las rocas pero en mi interior hay una pelea salvaje: una parte de mí quiere suplicarte, rogar de rodillas, humillarse; la otra parte sabe que éso no hará más que empeorarlo todo pero, ¿qué hacer? ¿Dejarte marchar? Me muero sólo de pensarlo.
- Bueno, será mejor que me vaya...
- No hay nada que pueda hacer, ¿verdad?
- Necesito pensar, pequeña.
Mi corazón da un vuelco al oír esas palabras de tu boca, ¿será un atisbo de amor? O, simplemente, es la costumbre. No, sé que aún me quieres pero, ¿hay esperanza?
- Si te tienes que ir, ¿puedo pedirte un último favor?
- Supongo...
- Abrázame. Si esta fuera la última vez y te fueras sin abrazarme, yo...
Me miras durante una milésima de segundo o durante un millón de años, no lo sé, pero apartas la mirada, muy pronto, demasiado pronto. Te acercas muy despacio y te sientas en las rocas, a mi lado. Rodeas mis hombros con tu brazo y tu mano, como por impulso, acaricia la piel de mi brazo derecho como lo había hecho tantas veces en el pasado. No te conformas, tiras de mí haciendo que me siente sobre tu regazo, a horcajadas. Me estremezco. Me abrazas tan fuerte que me quedo sin respiración pero no me importa, curiosamente ésa es la mejor sensación del mundo para mí. Te aprieto muy, muy fuerte para intentar contener mis sentimientos, para que no se me escapen, para no explotar en miles de diminutos pedazos de desesperación. Tus manos suben por mi espalda hasta llegar a mi barbilla, me apartas de ti para fundir nuestros labios en un beso desesperado y me siento morir, muero porque esto se acaba, porque es la vil despedida que llevo temiendo tanto tiempo. Sin embargo, algo cambia, tus besos se hacen apasionados y, después, suaves y dulces. Conozco ésos besos, son de amor. No me dejarás, no vas a dejarme. Y lloro, nos besamos bañados en el agua salada de mis lágrimas y, ¿de tus lágrimas? Y me quieres y nada importa, me importa una mierda el resto del mundo, me importa una mierda porque estoy contigo esta Navidad.


Dedicado a alguien especial.

Fuck you, Christmas

Hace frío en la ciudad, como cada veinticuatro de diciembre desde que tengo memoria, pero todo el frío del mundo no es nada comparado con el de mi corazón. No es un frío común, es el frío de las verdades maquilladas que nunca se dicen, el frío de todo aquello que se calla por temor o por angustia. Es el frío que da saber que cada navidad será igual a partir de ahora, fría dentro y fuera de mí. Paseo por las calles en penumbra con mis zapatos de tacón marcando el paso, como una marcha fúnebre, bajo las luces brillantes que marcan estas tan señaladas fiestas. No hay lágrimas en mi máscara pero sí en mi corazón y no son lágrimas, es un aguacero, el diluvio universal. Es Navidad pero a mí lo único que Santa me ha traído ha sido tristeza.

lunes, 12 de diciembre de 2011

See you soon.

En un momento todo aquello en lo que confiabas puede terminar hecho trizas. No sé. Es como cuando rompes el primer plato. En un momento está en tus manos y, antes de que puedas reaccionar, de él ya sólo quedan pedazos. No es fácil admitir las derrotas mientras vas reptando por la vida, tú no lo asumes, lo evitas. Sigues caminando a paso firme entre las ramas de un árbol caído, las lágrimas de cocodrilo de alguien que no entiende de dolor y los platos rotos. Sólo piensas en no romperte, en no hacerte daño. Así que lo evitas porque sabes que, en cuanto entre, no saldrá. El problema es que hay vacíos que no puedes evitar eternamente.

domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Y qué si no puedo creerte?

¿Conoces ésa canción que dice: "Saying I love you it's not the words I want to hear from you"? Es todo lo que yo quiero decirte, a veces, que no (me) digas te quiero. No lo digas. Pasa todo el día sin decirlo ni una sola vez, ni en un soplo ni en un suspiro, porque dos míseras palabras no van a hacer que el amor crezca de la nada. ¿Y si, en vez de decir(me) te quiero, me quieres de verdad? No te haces una idea de todo lo que éso cambiaría. Somos como estrellas, ¿sabes? Puntos de luz en la oscuridad. Todos hemos sentido la necesidad de apagar la luz, aunque dé miedo, y no ver nada. Todos nos hemos acurrucado en la infinita oscuridad para reír, para llorar, para amar, para pensar, para ser libres. Sí, todos lo hemos hecho. Hazlo una vez más, sólo una más. Abrázate a la oscuridad y ámame, hazlo de verdad. No digas te quiero, ámame. No es tan difícil, creo. Sólo hazme ver con caricias lo que me ocultan las palabras, lo que me ocultas con palabras. Haz que tiemble y me enamore. Haz que no sepa contar, ni del derecho ni del revés, porque no haya nada que contar, porque nada importe: ni las historias, ni los números, ni los meses, ni los años, ni cuántos te quiero vacíos he tenido que sentir. Déjame ver en el fondo de mí la razón por la que me enamoré de ti. Déjame soñar. Haz algo, por favor. Reinvéntate, reinvéntame, reinventa(nos). Saca lo bueno que hay en ti, lo bueno que hay en nosotros, devuélveme la razón por la que vivía. Crea nuestra historia desde cero. Deja los te quiero por rutina y crea un punte entre nuestros corazones. No digas te quiero, demuéstralo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Carta de amor I

Y decirte, por ejemplo, que no sé escribir cartas de amor. Porque yo siempre fui de las que escribía llena de rabia y con lágrimas en los ojos esas palabras de odio, de rotura, de inquietud. Porque cuando yo estaba feliz no escribía, besaba; pero a ti no puedo besarte, no puedo hacerlo a todas horas, como me gustaría. Contigo nada es fácil como respirar porque lo que yo te siento no hay ni Dios que lo entienda, nadie. Nadie en absoluto se ha sentido nunca resbalar por tus poros prohibidos como he resbalado yo, siendo miles de perlitas nacaradas que aprendían a hacer surf por las vocales de tu nombre. Yo te quiero pero es que éso no se puede explicar de forma cuerda, no se puede explicar con palabras huecas, de esas de andar por casa. Lo que yo siento se explica con bioquímica porque es amor del que ruge bien fuerte en el pecho, amor de Rey León y ésto sí que no tiene traducción. No seré ñoña, no me voy a parar en éso. Lo que siento es como escuchar a Metallica con los cascos puestos, tirada en la cama, a todo volumen... Pero no es sólo éso. ¿Sabes cuando escuchas una canción tantas veces que aprendes a diferenciar el bajo de la batería y de las dos guitarras? Pues es éso. Es algo extracorpóreo, extrasensorial. Es como estar al borde del acantilado, en paz con tu interior, escuchando las quejas del viento, viendo las olas batirse en retirada tras enfrentarse a la dura y fría roca, ver el océano ante ti, saber que no hay nadie, ver el atardecer, formarte una hermosa imagen mental, pensar en toda tu vida, en ésa canción de Metallica que te ponía los pelos de punta y luego... Luego caer tarareándola.

Twitter