lunes, 26 de septiembre de 2011

Re/enamorarse.

Y no me digas que el mundo durará, porque no es así, yo me quemo observando los lunares que pintan tu piel del color chocolate que tiñe mis entrañas de su sabor. Que si me quieres o no me quieres, éso ya da igual, lo que importa es agarrarme a la existencia, a tu existencia impensable que me está haciendo pasar los ratos más alegres de mi corta teen-life. Porque tú has pintado del verde de tus ojos el universo paralelo en el que ha edificado su mansión nuestra historia de amor y, puede que sea la pasión, que nos muerde, nos araña y nos infecta, el calor que nos lleva a cruzar los límites de la cordura y viajar más allá o la felicidad que es como el ácido que arrasa nuestro interior pero yo quiero dejarme llevar. Dejarme ir como hice tantas veces antes de el fin de todas las cosas para que tú me arrastres allí a dónde mi razón no me permite pasar sin carné. Tú eres el sueño soñado de la noche abrasadora de un otoño poco corriente, eres la playa a la que llegan las olas de ese mar en el que quiero navegar sin rumbo, en un colchón, junto a mi amor. Me das vida, eres como el mejor camel o, incluso, mejor. Quiero seguir, avanzar, retroceder, rectificar, maullar, gritar, llorar de pura felicidad. Quiero cantar, gozar, bailar, brillar, crear, enamorar(te). Quiero que todo ésto sea un mucho más que para siempre. Tú eres mi trauma, mi trau-ma y, sin ti, no puedo respirar.

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